viernes, 1 de julio de 2011

Serpientes gigantes


Existen decenas de testimonios en los que se han visto e incluso se han capturado estas monumentales serpientes, y otros muchos en los que los gigantescos animales eran de dificil catalogación. Aquí van unos cuantos de esos casos, algunos de ellos realmente impresionantes.
Este es un extracto de un magnífico artículo publicado en www.monografias.com. Al final de artículo podreis encontrar el enlace a su contexto original.
Avencio Hidalgo, en su libro “Así es la selva” (1979), hace referencia a una serie de personajes que como exploradores tuvieron avistamientos con estos ofidios gigantes.
“Algunos exploradores como Up de Graff, nos han dejado relatos de haberse encontrado con especímenes mayores de 20 metros; el P. Víctor Heinz, alemán , testifica que vio ejemplares de más de 20 metros que le estropearon su bote y se lo redujeron a pedacitos (año 1922); Le Conte señala uno de 22 metros en el Amazonas; la comisión mixta peruano-brasileña cazo un de 25 metros en las cochas del Bajo Putumayo; en el Fuerte Abuña del río Guaporé, afluente del Madeira, fue muerta el año 1948 una boa que medía 35 metros de largo, 75cm. de diámetro y pesaba 400 kilos; D. Raymundo Lima en 1950, vio un faro del Río Nahamunda otro monstruo que no pudo medir por lo avanzado de la hora, pero que a juzgar por la carta que le escribe el Dr. Lorenz Hagenbeck, director del Jardín Zoológico de Hamburgo, el 6 de julio de 1950, debía tener dimensiones superiores a la anterior; finalmente, el año 1933, los guardias aduaneros de la frontera brasil-bolivia del río Oyapok se vieron atacados furiosamente por un monstruo al que redujeron a la impotencia y mataron después de disparar 500 tiros de ametralladora: esta boa medía 40 metros de largo, 80cm. De diámetro y pesaba 5000 kilos”.
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En efecto, como lo citado por Avencio, Up de Graff, narra el encuentro con una anaconda de 15 a 19 metros en su libro “Cazadores de cabezas del Amazonas” publicado en 1923. Parte del párrafo dice lo siguiente:
“Lo que flotaba tendido en el agua y el cieno, cubierto de moscas, de mariposas y de insectos de todas clases, era la anaconda más enorme que jamás haya podido imaginar ni en sueños. Los 10 o 12 pies de la parte delantera de su cuerpo, ancho como el torso de un hombre, descansaban sobre el cieno de la orilla; el resto, en el agua y un enorme bucle se enroscaba en S justo bajo nuestra canoa. Con frecuencia he hablado de la longitud de este reptil y muy pocas veces me han creído. Seguramente medía 50 a 60 pies (15,24 a 18,288). No la medí pero pude calcularlo con bastante exactitud. En efecto, nuestra canoa tenía 24 pies. La cabeza del animal estaba 10 a 12 pies por delante de la proa, la cola a más de 04 pies de la popa y el centro formaba una S inmensa, tan larga como nuestra canoa y con una anchura de más de 05 pies.

Yo estaba a popa y las escopetas a proa. Le grite a Jack que disparase, pero el ruido que hizo al buscar el arma entre los bultos asustó al animal, que despareció con un remolino tan tremendo que casi nos hizo sobrar. La agilidad que demostró al desaparecer era sorprendente para un cuerpo tan abultado y contrastaba vivamente con la torpeza de la anaconda que habíamos matado anteriormente. Cuando me acuerdo de cómo el cuerpo decapitado de esta última se enrolló alrededor de mis piernas y casi me la parte en la última contracción de sus músculos me pregunto lo que hubiera sido de nosotros si esta bestia enorme hubiese atrapado nuestra canoa en uno de sus abrazos. El más robusto de los hombres es un comino indefenso cuando un monstruo semejante lo atrapa entre sus anillos.”



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